¿A veces sientes, al levantarte por la mañana, que te van a pillar y te van a decir: “perdona, tú no deberías estar aquí”?
Tienes días en los que todo va bien. Clientes contentos, proyectos en marcha, hasta facturación decente… y aún así, aparece esa voz diciendo:
"ya, pero esto ha sido suerte", o "no sabes tanto como pareces", o "tarde o temprano se van a dar cuenta de que no eres tan bueno como aparentas".
Síndrome del impostor, le llaman. Bienvenido/a al club. No hay carné, pero nos conocemos entre nosotros.
Etso te frena, te hace dudar, te quita brillo. Lo peor es que sabes que es irracional, pero igual te jode el día.
Aunque te parezca mentira, esto le pasa a personas con talento, compromiso y mucho éxito.
No es una señal de incapacidad, sino de que estás creciendo, saliendo de tu zona conocida y haciéndolo en serio.
He visto muchas veces cómo esta vocecita se cuela justo cuando estás a punto de dar un salto.
Por eso quiero compartirte 3 cosas que funcionan de verdad para gestionarla:
1. Ponle nombre y voz al impostor.
Cuando esa parte aparece, no eres “tú”, es una parte tuya. Escríbela, dibújala, imítala. Cuanto más la externalices, menos poder tiene.
2. Crea una “carpeta de evidencia”.
Recoge mensajes de clientes, logros, aprendizajes, cosas concretas que sí has hecho bien. Léela cuando la duda empiece a colarse.
3. Habla desde el “quién eres”, no desde lo que “crees que deberías ser”.
No hace falta ser perfecto, ni saberlo todo. Hace falta ser honesto, estar presente y comprometido con lo que haces. Eso es más que suficiente.
Ahora os pregunto a vosotros/as:
Se aceptan ideas, experiencias, memes o abrazos virtuales.
Tienes días en los que todo va bien. Clientes contentos, proyectos en marcha, hasta facturación decente… y aún así, aparece esa voz diciendo:
"ya, pero esto ha sido suerte", o "no sabes tanto como pareces", o "tarde o temprano se van a dar cuenta de que no eres tan bueno como aparentas".
Síndrome del impostor, le llaman. Bienvenido/a al club. No hay carné, pero nos conocemos entre nosotros.
Etso te frena, te hace dudar, te quita brillo. Lo peor es que sabes que es irracional, pero igual te jode el día.
Aunque te parezca mentira, esto le pasa a personas con talento, compromiso y mucho éxito.
No es una señal de incapacidad, sino de que estás creciendo, saliendo de tu zona conocida y haciéndolo en serio.
He visto muchas veces cómo esta vocecita se cuela justo cuando estás a punto de dar un salto.
Por eso quiero compartirte 3 cosas que funcionan de verdad para gestionarla:
1. Ponle nombre y voz al impostor.
Cuando esa parte aparece, no eres “tú”, es una parte tuya. Escríbela, dibújala, imítala. Cuanto más la externalices, menos poder tiene.
2. Crea una “carpeta de evidencia”.
Recoge mensajes de clientes, logros, aprendizajes, cosas concretas que sí has hecho bien. Léela cuando la duda empiece a colarse.
3. Habla desde el “quién eres”, no desde lo que “crees que deberías ser”.
No hace falta ser perfecto, ni saberlo todo. Hace falta ser honesto, estar presente y comprometido con lo que haces. Eso es más que suficiente.
Ahora os pregunto a vosotros/as:
- ¿Tú cómo lo gestionas?
- ¿Qué te ayuda cuando aparece esa voz que te dice “no eres suficiente”?
- ¿Qué has aprendido de esos momentos en los que te sentiste impostor/a?
Se aceptan ideas, experiencias, memes o abrazos virtuales.
