Hola Alberto!
Cuando soltamos sentimos la pérdida, y como intuyes, es algo profundo que afecta a nuestra identidad.
Tendemos a identificarnos con nuestros proyectos y asociar nuestro valor como personas tanto en base a sus resultados, como a las expectativas sobre futuros resultados.
La mente trabaja de manera simbólica, y por protección solemos autoengañarnos cuando hablamos de soltar.
Soltar implica aceptar el no tener. Es lo que da espacio a la soledad, la que nos permite el trabajo de autoconocimiento y sentido del ser.
Quién soy yo de verdad sin lo que tengo, por dónde me permito explorar para conocerme y construirme.
Este camino implica que nos separamos de quienes somos en origen desde nuestros padres, la forma del apego que hemos desarrollado, y que proyectamos en el mundo a través de las relaciones que tenemos con nuestros jefes, mentores, compañero, pareja, amigos, desconocidos y nosotros mismos.
Para mi lo refleja muy bien la frase:
Aceptamos el amor que creemos merecer.
Es desde la soledad contigo mismo desde donde vas a poder reconstruir tus creencias sobre el amor, cambiando su origen hacia ti mismo.
Que busques lo que a otros les ha servido, en realidad, no es soltar, porque buscas cambiar algo que ya tienes, por otra cosa que te van a dar.
No se puede crecer por los demás, es un camino que uno mismo tiene que recorrer por si mismo, y no es cuestión de lo que tienes, es cuestión de de
desde dónde has llegado hasta ahí.
Es entonces cuando sientes la dirección de hacia donde quieres ir, aunque no sepas donde vas a llegar. Vas a sentir tu proceso sin necesitar la promesa de un resultado.
Lo que puedo compartirte en el momento de conciencia en el que te encuentras, que creo que te puede ayudar, es que sepas que la experiencia de identidad está muy ligada a la experiencia de muerte.
Te animo a no entender la vida como una linealidad en la que has sido niño, luego adolescente, y ahora eres adulto.
Tu niño y tu adolescente están ahí, y puedes darles la oportunidad de vivir nuevas vidas, no desde lo que les ha tocado vivir desde otros adultos, sino desde el amor que tu mismo, como adulto, a día de hoy, eres capaz de darles. Un amor que evoluciona en la relación que hay entre vosotros, y la que cada uno de vosotros tiene consigo mismo.
Para abrir esta puerta tienes que permitirte morir. El morir de quien eres, el morir de quien quieres ser, y el morir de tus padres.
No puedes romper tus miedos y crecer porque no es tu adulto quien lo necesita, sino tu niño.
Puedes buscar sentir el apego que ya conoces proyectando a través de tu familia y amigos, sentir tu valía a través de tus clientes y sentir la aceptación a través de tus jefes y mentores, y en el momento en el que te des cuenta de que tienes forma, pero no sientes el sentido, empezar a trabajar hacia adentro, encontrar a tu niño, cogerle de la mano y crecer juntos.
Permite a tu niño jugar, permite a tu adolescente ser auténtico, y permite a tu adulto orientar esa energía a contribuir en tu comunidad.
Ánimo con el proceso, y aunque todavía no lo veas, no estás solo. Tienes una familia con un potencial maravilloso dentro de ti.
Espero haber podido ayudarte Alberto, feliz día.