¡Hola Isra! No voy a decir lo que ya te dicen todos: que admiro tu rebeldía, tu forma de romper moldes, tu descaro. Eso ya lo sabés.
Y aunque es cierto, no es lo que más me mueve hoy a escribirte.
Desde que te descubrí a fines del año pasado, empecé a seguir tu trabajo, compré tus libros, tus masterclasses, me sumé a tu programa.
Y hoy, mirando para atrás, me doy cuenta de algo que en ese momento no podía ver:
No solo me ayudaste a pensar mi negocio de otra manera.
Me diste una excusa perfecta para reconectar con una pasión
que había dejado olvidada en algún rincón de mi vida: escribir.
Tomé la decisión de que el proyecto del email diario
iba a convertirse en la columna vertebral de mi negocio
incluso antes de entrar al programa
convencida de que esa estrategia, sumada a todo lo que nos enseñas,
iba a ser un antes y un después en mi forma de vender.
Y sé que lo será.
Pero lo que más me emociona no es el impacto que eso tendrá en mi facturación
(de lo cual estoy absolutamente convencida).
Lo que más me emociona es haber vuelto a sentir el disfrute de escribir.
Esa sensación que no encontraba en las redes sociales, donde todo es más inmediato y superficial.
Escribiendo estos días mis primeros correos diarios, me pasó algo que no esperaba: me emocioné.
Sentí que esas palabras no solo hablaban de negocios... hablaban de mí,
de historias que habían quedado suspendidas,
esperando su momento para ser contadas.
Empecé este proyecto con la fe ciega de quien sabe que necesita un nuevo camino,
aunque todavía no pueda ver adónde lleva.
Parecía simple: un correo, un mensaje.
Pero en el fondo, era mucho más: era volver a escuchar una voz que había callado durante años.
Mi propia voz.
Escribir cada día me devolvió algo que había quedado atrás en el apuro de la vida adulta:
El disfrute de crear sin pedir permiso.
La emoción de tocar, con palabras, algo que no siempre se puede explicar.
La certeza de que el negocio que estoy construyendo puede ser rentable, sí...
Pero también puede ser un refugio, una trinchera, una forma de resistencia contra todo lo que nos quiere anestesiar.
Cada correo que escribo no solo me acerca a mis futuros clientes.
Me acerca a mí.
Hoy, después de varios meses de trabajo (y también de muchos miedos y vueltas internas), ya tengo mis primeros 10 correos escritos.
Este jueves empiezo.
El 1 de mayo lanzo mi email diario.
Y no es un simple lanzamiento.
Es un reencuentro.
Les dejo
ACÁ el link del post que publiqué para arrancar con mi lead magnet,
por si quieren acompañarme en este primer paso que para mí significa tanto!!
Gracias, Isra.
No solo por las estrategias de copywriting y de negocio.
Gracias, sobre todo, por enseñarme que una voz libre puede más que cualquier algoritmo.
Y que la mejor estrategia, siempre, es escribir con el corazón en la mano.
Un abrazo enorme.
Gaby Rendón (el bicho raro jajaja).
Y aunque es cierto, no es lo que más me mueve hoy a escribirte.
Desde que te descubrí a fines del año pasado, empecé a seguir tu trabajo, compré tus libros, tus masterclasses, me sumé a tu programa.
Y hoy, mirando para atrás, me doy cuenta de algo que en ese momento no podía ver:
No solo me ayudaste a pensar mi negocio de otra manera.
Me diste una excusa perfecta para reconectar con una pasión
que había dejado olvidada en algún rincón de mi vida: escribir.
Tomé la decisión de que el proyecto del email diario
iba a convertirse en la columna vertebral de mi negocio
incluso antes de entrar al programa
convencida de que esa estrategia, sumada a todo lo que nos enseñas,
iba a ser un antes y un después en mi forma de vender.
Y sé que lo será.
Pero lo que más me emociona no es el impacto que eso tendrá en mi facturación
(de lo cual estoy absolutamente convencida).
Lo que más me emociona es haber vuelto a sentir el disfrute de escribir.
Esa sensación que no encontraba en las redes sociales, donde todo es más inmediato y superficial.
Escribiendo estos días mis primeros correos diarios, me pasó algo que no esperaba: me emocioné.
Sentí que esas palabras no solo hablaban de negocios... hablaban de mí,
de historias que habían quedado suspendidas,
esperando su momento para ser contadas.
Empecé este proyecto con la fe ciega de quien sabe que necesita un nuevo camino,
aunque todavía no pueda ver adónde lleva.
Parecía simple: un correo, un mensaje.
Pero en el fondo, era mucho más: era volver a escuchar una voz que había callado durante años.
Mi propia voz.
Escribir cada día me devolvió algo que había quedado atrás en el apuro de la vida adulta:
El disfrute de crear sin pedir permiso.
La emoción de tocar, con palabras, algo que no siempre se puede explicar.
La certeza de que el negocio que estoy construyendo puede ser rentable, sí...
Pero también puede ser un refugio, una trinchera, una forma de resistencia contra todo lo que nos quiere anestesiar.
Cada correo que escribo no solo me acerca a mis futuros clientes.
Me acerca a mí.
Hoy, después de varios meses de trabajo (y también de muchos miedos y vueltas internas), ya tengo mis primeros 10 correos escritos.
Este jueves empiezo.
El 1 de mayo lanzo mi email diario.
Y no es un simple lanzamiento.
Es un reencuentro.
Les dejo

por si quieren acompañarme en este primer paso que para mí significa tanto!!
Gracias, Isra.
No solo por las estrategias de copywriting y de negocio.
Gracias, sobre todo, por enseñarme que una voz libre puede más que cualquier algoritmo.
Y que la mejor estrategia, siempre, es escribir con el corazón en la mano.
Un abrazo enorme.
Gaby Rendón (el bicho raro jajaja).