Mi mujer dice que no la escucho. Normal, mi RAM ya está saturada escuchando a todas las novias que dicen una cosa y hacen lo contrario.
De joven quería trabajar en Wall Street.
Ríete tú ahora de los encorbatados que gestionan cientos de millones de dólares.
Dales a uno de estos que gestione a una novia 1 año.
A la semana y media lo deja.
El gran negociador de Wall Street abandona ante una novia de Massachusetts.
Shit little parrot.
¿Y por qué las bodas?
Dedícame 2 minutos a ver si soy capaz de explicarlo.
Mis últimos años en el Liceo no fueron los mejores.
Quizás por eso mi mente ha decidido ocultar algunos aspectos de esos años y me cuesta reconocer situaciones, vivencias y compañeros.
También puede ser el Alzheimer como alguien ya me ha comentado.
Recuerdo los últimos años con ganas de dejar el Liceo Francés de Barcelona.
Mi madre había fallecido cuando tenía 15 años aunque llevaba ya varios años enferma.
Y tras su muerte la situación en casa no mejoró.
Empecé ESADE. No falté ni un día.
Ni un día falté a todas las fiestas universitarias.
De ESADE o de cualquier universidad. No era fiel a ninguna. Fiesta que se me cruzaba, fiesta a la que iba. Lo que aprobé con nota fue en asistencia a las fiestas universitarias. De cualquier universidad. Cualquier día. La noche me confunde.
Así que no aprobé el primer año de ESADE y pasé a Empresariales y luego Económicas.
Tendría que haber abierto una copistería.
Fue mi época de fotocopiar apuntes todas las semanas.
Trabajaba por las mañanas y parte de la tarde hacía ver que estudiaba aunque solía dormir la siesta para luego salir de fiesta.
No aprobé nada. Eso sí, me lo pasé TETA.
Y como quería viajar, fui a probar suerte en el Club Med.
Primero en el departamento financiero.
Sí, yo.
Les engañé.
Rápidamente descubrí los espectáculos nocturnos y decidí ir a vivir a París, en Pigalle, en un motel de tercera.
Cerca había un restaurante chino, un Quick y un kebab que fueron mi sustento.
Viva la dieta mediterránea.
Aprobé el examen y la formación para ser responsable de espectáculos y monté espectáculos en España, Francia, Marruecos, Italia, Grecia, Túnez, Suiza, USA y Nueva Caledonia. Estuve 7 años.
Hasta que mi padre sufrió una afasia y tuve que volver a cerrar su negocio porque conociéndolo hubiera querido quedar bien con sus clientes.
Ahí fueron años complicados en Barcelona. Me engordé 20 kilos. Trabajaba de lo que fuera. He sido mensajero, administrativo, camarero, comercial de enciclopedias a puerta fría, venta telefónica de mercados Forex (aún no los entiendo), ...no destaqué en ninguno de estos trabajos.
Entonces di prioridad a mi pasión por actuar. Actuaba en lo que hiciera falta: despedidas, cumpleaños, bodas, eventos de empresa.
Decidí ponerme en forma. Adelgacé 30 kilos. Sí, yo. Fibré. Me hice fotos y me fui a USA con un visado de 3 meses.
Me alojaba en el barrio chino compartiendo cuarto (muy cutre) con un aspirante a director.
Escribí cartas a mano a un centenar de agencias de cásting y de representación de actores de LA.
Me apunté al mejor gimnasio que encontré de Beverly Hills donde sabía que iban actores, directores, productores, representantes...Cada mañana temprano me ponía el traje, cogía mis fotos y la mochila de deporte. Y cada tarde iba a ver a productoras de Hollywood y alrededores.
Tenía un coche, el más barato que encontré. Fueron varios de hecho, porque ninguno duraba más de un par de semanas.
Fue una de las mejores experiencias que recuerdo. Fue una experiencia dura? Depende cómo se mire. Tenía comida y techo. Y estaba luchando por mi sueño. Inocente que era.
Sólo una vez me hicieron propuestas deshonestas. Sólo una. Con lo que me lo había currado en el gym y sólo un agente de cásting me había invitado a cenar. Tenía que haber aceptado. Entonces aún tenía valores y creía en los unicornios. No existía el #MeToo
Volví a España para renovar mi visado y lo primero que hice fue quedar con la chica que había dejado por irme a LA.
Nos casamos y tenemos 2 niños de 7 y 5 años. Niño y niña mejor dicho. Son mi ancla. Mi fuerza. Mi motivación. Mi salvavidas. Sí, también les grito, les castigo y me sacan de mis casillas. Son todo eso. Y más.
Y ahora aguanto a novias caprichosas y clientes exigentes. Que son los que me dan de comer.
Recuperé los 30 kilos. Y alguno más. A mí mujer le digo que es el amor que se expande dentro de mí. No me cree. Me esconde los bombones.
A lo largo de más de dos décadas he visto de todo en las bodas.
De todo eso —y más— nace ¿Te Casas?, mi primer libro, una recopilación de anécdotas tan reales como imposibles… o tan imposibles como reales. O no. Ya me perdí.
No me darán el Nobel de Literatura.
Aunque molaría. Voy a empezar a escribir el discurso de aceptación.
Y puede que un segundo libro con más anécdotas de bodas.
Antes que el Alzheimer acabe conmigo.
Japi Dei