Cuando alguien dice “estoy en recuperación”, muchos preguntan:
¿Recuperación de qué?
¿Recuperar qué cosa?
¿De qué te estás recuperando si no estás enfermo?
La recuperación emocional no es curarse.
No es dejar de sentir.
No es volverse alguien “normal”.
Es recuperar partes de mí que tuve que esconder.
Es recuperar el permiso de ser yo, sin miedo a que me dejen, sin miedo a que me rechacen.
Es empezar a mirar la vida sin estar todo el tiempo sobreviviéndola.
Es dejar de vivir desde un personaje que interpreté para que me quieran.
Para agradar.
Para sobrevivir.
Es soltar el disfraz del hijo perfecto.
Del fuerte.
Del que no molesta.
Del que no necesita nada.

Recuperarme es volver a casa.
Volver a ese lugar donde no tengo que demostrar nada.
Donde no tengo que estar explicando por qué valgo.
Donde no estoy todo el tiempo tratando de caer bien.
Recuperarme es dejar de definirme por lo que doy,
por lo que logro,
por lo que aporto.
Es estar en paz con quien soy,
sin estar rindiendo examen todo el tiempo,
sin necesitar ganarme el amor.
No hay nada mal en mí.
En todo caso, lo que estuvo mal fue que dejé de ser yo para adaptarme,
para que no me abandonen.
Que me desconecté de lo que sentía.
Que aprendí a estar todo el tiempo en modo de alerta.
Que aprendí a anticiparme.
A ceder.
A callarme.
A adaptarme hasta desaparecer.
Tengo que salir del modo de supervivencia.
Aprender a vivir.
Recuperarme a mí mismo.
¿Recuperación de qué?
¿Recuperar qué cosa?
¿De qué te estás recuperando si no estás enfermo?
La recuperación emocional no es curarse.
No es dejar de sentir.
No es volverse alguien “normal”.
Es recuperar partes de mí que tuve que esconder.
Es recuperar el permiso de ser yo, sin miedo a que me dejen, sin miedo a que me rechacen.
Es empezar a mirar la vida sin estar todo el tiempo sobreviviéndola.
Es dejar de vivir desde un personaje que interpreté para que me quieran.
Para agradar.
Para sobrevivir.
Es soltar el disfraz del hijo perfecto.
Del fuerte.
Del que no molesta.
Del que no necesita nada.

Recuperarme es volver a casa.
Volver a ese lugar donde no tengo que demostrar nada.
Donde no tengo que estar explicando por qué valgo.
Donde no estoy todo el tiempo tratando de caer bien.
Recuperarme es dejar de definirme por lo que doy,
por lo que logro,
por lo que aporto.
Es estar en paz con quien soy,
sin estar rindiendo examen todo el tiempo,
sin necesitar ganarme el amor.
No hay nada mal en mí.
En todo caso, lo que estuvo mal fue que dejé de ser yo para adaptarme,
para que no me abandonen.
Que me desconecté de lo que sentía.
Que aprendí a estar todo el tiempo en modo de alerta.
Que aprendí a anticiparme.
A ceder.
A callarme.
A adaptarme hasta desaparecer.
Tengo que salir del modo de supervivencia.
Aprender a vivir.
Recuperarme a mí mismo.