Tenía 12 años cuando me estafaron por primera vez.

Tenía 12 años cuando me estafaron por primera vez.

Lo curioso es que no fue en negocios… fue por unos objetos de un videojuego jajaja.
Al menos lo que aprendí ese día me sirvió más que cualquier mentoría.

La cosa es que era un niño.

Vivía metido en un juego, donde habían objetos que los podías intercambiar por dinero real.

Y un día me escribió alguien por privado:
“Pásame tus objetos, que te los duplico.”
Y piqué.
Muy tonto lo sé.
Pero el cabr0n manipuló a mi yo inocente de 12 años muy bien.

En cuestión de minutos, me había quedado sin nada.
Ni objetos. Ni inventario. Ni nada.

Recuerdo perfectamente la sensación:
Me sentía vacío. Tonto. Engañado.

Pero también fue la primera vez que entendí algo clave:
➜ En internet, como en los negocios, la ingenuidad se paga cara.

Años después, ya con la agencia, lo veo igual.

Siempre hay promesas que suenan demasiado bien.
Siempre hay clientes que parecen oro… hasta que no lo son.
Personas que dicen “confía”, pero luego desaparecen cuando hay problemas.

Lo curioso es que aquella estafa en un videojuego me preparó mejor para el mercado que cualquier curso de emprendimiento jajaja.

Y tú, ¿te has sentido estafado con algo?

1762705236697.webp
 
Yo tenía 27 años y una energía increíble para comerme el mundo a cucharadas. Y un "amigo" cabrón me traspasó (por un precio desorbitado) un negocio de mierda y yo no hice lo que tenía que hacer: simplemente buscar un gestor y hacer números... ¡Ah!¡Qué sí lo hice!, pero el gestor era un petardo, de hecho también revisaron el contrato dos abogados petardos, porque mi mala suerte no tiene límites. Así que me pareció muy buena idea pedir un crédito en el 2008, cuando te daban 80.000€ sólo por existir... Estalló la crisis, descubrí el pastel de mierda que había comprado y estuve años pagando un crédito completamente arruinada y con ganas de chocar contra un camión cada vez que conducía.

Nunca me he recuperado del todo, no soy ni tan fuerte ni tan resiliente como me gustaría, y desconfío hasta de mi sombra, cosa que tampoco es muy buena para emprender, pero sin duda que de todo se aprende. Mi espíritu es emprendedor, prefiero la libertad ante cualquier otra opción, así que sólo por eso no desisto.

Me alegro que lo aprendieras perdiendo los objetos de un juego. Al final la lección tiene más que ver con lo dispuesto que estás para aprender más que lo que sea que te ha pasado.
 
Volver
Arriba