Voy tarde, lo sé.
La verdad es que he leído casi todas las presentaciones, y no podía dejar de pensar 'Joder, que bien se presentan estos cabrones'.
Así que, no me quería quedar atrás.
Pasaban los días y días y bueno, ya sabes, lo típico. No encontraba una pizca de inspiración. No sabía por donde empezar. Tenía mucho ruido en mi cabeza... Excusas, a los humanos nos encantan las excusas.
Hasta que pasó una de esas cosas. Una de esas cosas que no pasan mucho, pero cuando pasan, pasan, ya me entiendes, y si no, te lo cuento:
Ayer estaba subiéndome al avión que me traería de vuelta a mi casa después de unos maravillosos 8 días en Tenerife. Desde hace un tiempo, elegí que cada vez que subiera a un avión, iría en Business, Business Class. Hay cosas que una vez las pruebas, no hay vuelta atrás. No quiero comerme una cola enorme para sentarme en el asiento 274F. No quiero estar apretado en mi asiento entre dos desconocidos durante horas. No quiero volar sin que una señorita amable me diga '¿Quiere un café, señor?'. SEÑOR, me encanta que me llamen señor. A estas alturas es muy probable que estés pensando que soy tonto o medio gilip*llas, y lo más seguro es que estés en lo cierto, no voy a ser yo quien te lo discuta, pero son mis costumbres y hay que respetarlas.
El caso, que me desvío. Dentro del avión de ayer, ocurría una cosa que me pareció bastante particular. Había mucho ruido, un ruido especial, donde se combinaban los diferentes tonos de las personas hablando, con las turbinas del avión, el temblor de las maletas en la parte de arriba, y el piloto anunciando no se que dato irrelevante sobre el viento. ¿Para que cojones quiero saber de donde pega el viento? En fin, no lo entiendo.
Ahí fue cuando ocurrió mi revelación. Había tanto ruido fuera que encontré el silencio que faltaba en mi mente, y ahí mismo, fijándome en los detalles, descubrí que en un avión, se representa perfectamente la vida del ser humano:
Todos vamos al mismo sitio, pero no todos viajamos igual.
Hay gente que paga más por sentarse unos metros más adelante. Mismo destino, diferente experiencia.
Se les trata mejor, les llaman Señor, les ofrecen café sin que se lo pidan...
Mientras tanto, otros esperan su turno, aguantan la cola, el asiento estrecho y el 'Disculpe' del carrito de bebidas que choca con su rodilla.
Y no me malinterpretes, no lo digo desde la superioridad (o quizás si, un poco). Lo digo porque es curioso cómo aceptamos todo eso sin cuestionarlo. Como en la vida hay quien va cómodo y quien va apretado, pero todos despegamos y aterrizamos al mismo tiempo.
Hasta aquí mi reflexión sobre el avión.
Por cierto, que se me olvidaba: Me llamo Valentino y me dedico a la gestión de capital.
Lo sé, es algo aburrido de pelotas, así que espero que almenos mi historia te haya entretenido
pd: Espero que si has leído esto y aun estás pensando en presentarte o no, échale huevos, mejor tarde que nunca.
La verdad es que he leído casi todas las presentaciones, y no podía dejar de pensar 'Joder, que bien se presentan estos cabrones'.
Así que, no me quería quedar atrás.
Pasaban los días y días y bueno, ya sabes, lo típico. No encontraba una pizca de inspiración. No sabía por donde empezar. Tenía mucho ruido en mi cabeza... Excusas, a los humanos nos encantan las excusas.
Hasta que pasó una de esas cosas. Una de esas cosas que no pasan mucho, pero cuando pasan, pasan, ya me entiendes, y si no, te lo cuento:
Ayer estaba subiéndome al avión que me traería de vuelta a mi casa después de unos maravillosos 8 días en Tenerife. Desde hace un tiempo, elegí que cada vez que subiera a un avión, iría en Business, Business Class. Hay cosas que una vez las pruebas, no hay vuelta atrás. No quiero comerme una cola enorme para sentarme en el asiento 274F. No quiero estar apretado en mi asiento entre dos desconocidos durante horas. No quiero volar sin que una señorita amable me diga '¿Quiere un café, señor?'. SEÑOR, me encanta que me llamen señor. A estas alturas es muy probable que estés pensando que soy tonto o medio gilip*llas, y lo más seguro es que estés en lo cierto, no voy a ser yo quien te lo discuta, pero son mis costumbres y hay que respetarlas.
El caso, que me desvío. Dentro del avión de ayer, ocurría una cosa que me pareció bastante particular. Había mucho ruido, un ruido especial, donde se combinaban los diferentes tonos de las personas hablando, con las turbinas del avión, el temblor de las maletas en la parte de arriba, y el piloto anunciando no se que dato irrelevante sobre el viento. ¿Para que cojones quiero saber de donde pega el viento? En fin, no lo entiendo.
Ahí fue cuando ocurrió mi revelación. Había tanto ruido fuera que encontré el silencio que faltaba en mi mente, y ahí mismo, fijándome en los detalles, descubrí que en un avión, se representa perfectamente la vida del ser humano:
Todos vamos al mismo sitio, pero no todos viajamos igual.
Hay gente que paga más por sentarse unos metros más adelante. Mismo destino, diferente experiencia.
Se les trata mejor, les llaman Señor, les ofrecen café sin que se lo pidan...
Mientras tanto, otros esperan su turno, aguantan la cola, el asiento estrecho y el 'Disculpe' del carrito de bebidas que choca con su rodilla.
Y no me malinterpretes, no lo digo desde la superioridad (o quizás si, un poco). Lo digo porque es curioso cómo aceptamos todo eso sin cuestionarlo. Como en la vida hay quien va cómodo y quien va apretado, pero todos despegamos y aterrizamos al mismo tiempo.
Hasta aquí mi reflexión sobre el avión.
Por cierto, que se me olvidaba: Me llamo Valentino y me dedico a la gestión de capital.
Lo sé, es algo aburrido de pelotas, así que espero que almenos mi historia te haya entretenido

pd: Espero que si has leído esto y aun estás pensando en presentarte o no, échale huevos, mejor tarde que nunca.